Cuando Marcia llegó al trabajo, se encontró un pequeño paquete encima de su mesa, buscó la tarjeta y no la encontró, preguntó a sus compañeras pero nadie sabia quien lo había dejado, así que tanta incertidumbre incrementaba su deseo de abrirlo.
Cuando lo abrió la sorpresa fue mayor, alguien le había dejado un beso. Cerro la caja corriendo para que no se escapara nada de ese beso, su textura, su sabor. La idea de que alguien sin saber quien la hubiera dejado un beso, la hizo sonrojarse.
Cuando sus compañeras se fueron a desayunar, Marcia se retraso un poco para poder saborear y disfrutar a solas de su beso. Abrió la caja y con extremo cuidado para que no se rompiera el envoltorio fue desenvolviendo su beso, primero una esquina, luego la otra y finalmente cuando empezó a verlo, acercó sus labios entreabiertos para disfrutarlo mejor, lo agarro con los labios y lo lamio, pero no era suficiente para sacarle el sabor y decidió jugar con un poco más de fuerza y sacarle mejor su jugo. La sensación fue espectacular, fue un beso suave, dulce, caliente e inolvidable
Cuando terminó de saborear su fabuloso beso vio que había un papel dentro en el envoltorio que decía: